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viernes, 23 de enero de 2015

Una visión sobre la locura

"Hoy día ya no lo dudo: estábamos locos. Puede que haya un momento del espíritu en el que la locura atenúa las responsabilidades. Pero, antes de llegar a él, a menudo el enajenado no es alguien cuya demencia puede actuar en descargo de su responsabilidad, sino que eligió la locura para escapar del nudo que le estrangula, pero que no se atreve a cortar.

Nuestra enajenación no era más que la consecuencia de una enajenación histórica. Nosotros racionalizábamos e internalizábamos una demencia más general."

(tomado de: Claude Roy, Nous, París, Gallimard, col. Folio, 1980, pág. 390)

El comunismo, o la versión más actual, el chavismo; con ese degenerado y edulcorado título pseudo-filosófico: socialismo del siglo XXI, es la locura. LOCURA. Y cada uno escoge la locura que mejor le vista, bien sea la esquizofrenia de creerse un personaje histórico o hijo de todos y de nadie... o hijo de alguien y dejar a los padres sin paternidad. O la locura de reescribir la historia. También está la locura de hacer lo mismo cada día y pretender que pasen cosas nuevas. O la locura de soportar toda clase de humillaciones y no decir nada. O la locura de ver la maldad y callar, o de cometer atrocidades y no sentir nada. Cualquier locura es posible y necesaria, pues ella hace que no se tomen responsabilidades, que no se corte ese nudo que aniquila; pero da mucho miedo cortar el cordón.

Es pues, Venezuela, la locura.

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