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jueves, 2 de abril de 2015

El cine de Bolaño: Películas marcadas a fuego

No, Roberto Bolaño no fue cineasta. No. Pero en su literatura el cine brilla como tantas estrellas distantes que flamean en el aquellos espacios donde discurren sus obras. El cine en Bolaño implica una posibilidad narrativa que se presta bien para contar una historia, un pasaje, o para a través de tal película, explicar algo que ocurre. O llegar a conocer ciertos personajes o circunstancias.

Bolaño menciona en sus novelas muchas películas, pero no me interesan las que existen; sino nombrar las que son pura ficción; o existen y nadie sabe dónde están, existieron y fueron destruidas o aquellas que viven siendo vistas lo suficiente como para no desaparecer, pero no tanto como para mar noticia de su existencia.

Las coordenadas de estas películas quedan fijadas en el cuento incluido en el libro Putas Asesinas“Prefiguración de Lalo Cura” las películas pornográficas de Bittrich, quien es un director alemán, dedicado al cine pornográfico: 

Hecatombe: la pelicula trata de dos chicas, Conni y Mónica, enamoradas de un religioso, que se hace pasar por santo, quien recuerda los buenos tiempos mientras está en la cárcel. En tanto, las dos chicas se tiran a cuatro tipos con pinta de espectros. Como la porno es filmada en casa de Bittrich, se aprovecha el paisaje rural alemán para darle el toque pintoresco apropiado. En medio de la noche, se aparece el beato que estaba preso y se tira a una tal Doris. Una vez que acaban, son vistos desde la casa por las dos chicas, que aplauden y celebran la llegada del tipo, cuya verga que gotea semen es enfocada y fin. 

Kundalini: se trata del velorio de un ganadero. Aparecen los mismos personajes (los cineastas porno suelen usar los mismos actores) en pleno velorio. Conni se para y entra en una habitación donde es asaltada por dos tipos, uno disfrazado de toro y otro de cóndor. Los sujetos le hacen un DP (doble penetración) Mónica y Doris están metiéndose mano en la cocina y deciden irse al establo, donde las espera una cama de sábanas blancas. El santo de la otra pelicula (que se llama pajarito Gómez) aparece aquí y se quiere incorporar en la sesión lésbica; pero no llega pues se cae y se hunde en un mar de mierda de ganado, mientras las mujeres hacen un 69. al rato, el difunto vuelve de entre los muertos, abre los ojos y se levanta, y sale de la tumba; ante el horror y estupefacción de los asistentes. Mientras, la conni pronuncia la palabra Kundalini y salen huyendo de inmediato y queda abandonado Gómez, cuyo cuerpo está ennegrecido por la mierda. fin.  

Impluvio: en esta, comienza con dos mendigos que van caminando por la calle, cargando cada uno un saco lleno de cachivaches (claro, los mendigos son de verdad mendigos) de repente, se topan con la casa de Bittrich, en cuyo patio está Mónica, amarrada con cadenas, de pie y desnuda. Los mendigos llegan y vacían sus bolsas, que están llenas de artefactos sexuales. Escogen unas máscaras que tienen tremendos falos, como cuernos de unicornios. La penetran DP. La escena es exigente. Luego, terminan, se van por una calle de tierra y Mónica aparece llorando. Luego, sale ella en una calle de Medellín, donde llega a una casa donde hay una orgía, en donde están Conni y Doris. Se incorpora. Pajarito Gómez está descansando, semidesnudo, mientras otro carajo, en otro catre, se hace la paja. Al atardecer, termina la orgía y todos se van, salvo las chicas, que son llevadas por el dueño de la casa, que les va a enseñar su posesión más valiosa: un jardín techado y con cristales, y de refilón, llegan a una piscina con forma de ataúd. Allí son invitadas a verla, ellas contemplan sus rostros en el agua. Los mendigos aparecen en una calle de un puerto, caminando, mientras la música, plena de percusión se vuelve siniestra, premonitoria y termina la peli con el estallido de una tormenta. 

El ciclo se acaba con El barquero: Latinoamérica después de la tercera guerra mundial. Las chicas van deambulando de pueblo en pueblo, buscando lo que sea, sobre todo comida, entre las ruinas y los basureros. En uno de esos lugares, hay un bar, que está al borde de un río, en cuya ribera está un tipo jugando cartas. Es famoso por su juego. Las tipas entran al bar. Comienza la rumba. Terminan tirando con todo el mundo. Pasa el tiempo y la orgía sigue, junto a la miseria. El ambiente se tensa. Pajarito sigue despachando a los adversarios. El hambre y la violencia arrasan; pero en el bar de mala muerte, sigue la orgía y afuera, continúa el juego. En medio del delirio, terminan disfrazando a las tipas de gallinas y las matan y las cocinan y se las comen. Los huesos son lanzados afuera. La cámara enfoca las cartas del pajarito. Siempre son las mejores. No quedan muchos jugadores. Todo el mundo muere, las cartas están en blanco.

no son estas peliculas una prefiguración del cine porno duro, incluso, del snuff? No son una profecía, una mirada al abismo? No es solo pornografía, es una mirada al hombre; una confesión sincera: el sexo y la muerte van juntos, unidos por un hilo íntimo cuyo nexo queda prefijado en las personas que se unen.

En la parte de Fate, de 2666, podemos ver algo más: una película, que no sabemos como se llama, ni cómo comienza, pues Fate ha entrado a la película cuando ésta ya llevaba rato de haber comenzado. Tampoco se sabe el final, pues el tipo se quedó a ver esa sola escena y luego se fue.

La escena era así: un tipo blanco es detenido por tres tipos negros, quienes en vez de llevarlo a la comisaría, lo llevan a un aeródromo. Allí se topa con el jefe, que también es negro. El tipo se da cuenta de que son agentes de la DEA. Comienzan a discutir. Llegan a un trato. Después, se asoma por la ventana y ve que una cesna es llevada a una parte del campo de aviación y allí, dos agentes de la DEA, también negros, comienzan a sacar el cargamento, que son panelas de coca y lo arrojan dentro de un tambor que está prendido en candela. Aquella hoguera incinera la droga, lo cual complace a los agentes.

Finalmente, en su complacencia, el agente, con una sonrisa le dice al tipo que se largue. Al hacerlo, la sonrisa se transforma en mueca. Fate se para y va al baño, donde vomita y vuelve a su casa, la casa de su mamá.

En el mismo contexto, aparece otra película: la pornográfica de Robert Rodríguez. Un tal Charly Cruz dice que la tiene, en video y conoce la historia de esa película. Resulta que Rodríguez la filmó dos años antes que El mariachi, cuando nadie daba nada por él y era un “puto chicano muerto de hambre”. Resulta que el cineasta se dedicó vagar entre la frontera de Texas y México, penetró a México en Chihuhua y de allí se fue al sur, directo al DF. Allí se dedicó a drogarse y beber. Cayó en el abismo.

Tan bajo, que se metía en cualquier lugar hasta que cerraban y lo echaban. Luego, comenzó a frecuentar las peluquerías y allí se quedaba hasta que lo echaban a patadas. Llegó el momento en que se fue a vivir a un burdel, en donde conoció a una puta y su chulo, a quien le decían el perno (que es como que te llamen, el verga) con ellos trabó buena amistad y ambos le agarraron cariño. Cuando se emborrachaban, se arrastraban hasta la habitación, aunque más de una vez la puta y el chulo tuvieron que meterlo en la regadera, pues bebía hasta perder el conocimiento.

Resulta que un día en que Robert estaba medio sobrio (algo muy raro, hasta apocalíptico) el perno le dijo que tenía unos amigos que quería rodar una peli. La pregunta era si el creía que podía hacerlo. La respuesta fue contundente y afirmativa “ok, maguey” y luego, como buen productor (que es igual a ser editor, solo que ellos se dedican a las películas) se dedicó de los asuntos prácticos, esos que ni los cineastas ni los escritores saben resolver. O no les da la gana.

El rodaje duró tres días y siempre estaba en órbita cuando se ponía a trabajar. Claro está, como ocurre en la industria pornográfica, los nombres están cambiados. Robert Rodríguez es Johnny Mamerson. La película trata de putas. Putas que son buenas o inteligentes y una de ellas, llamada Justina, termina conociendo a un grupo de vampiros que son policías. Vampiros mexicanos que son policías. La historia se da en el DF. Fate se pasó un montón de detalles, considerando más pertinente si comer o dormir o llevarse alguna mujer. Lo que sí escuchó fue que la película también tiene que ver con pirámides, vampiros aztecas, un libro escrito con sangre y Abierto hasta el amancer la idea recurrente, la pesadilla estética de Robert Rodríguez.

La película empieza con un primer plano de una vieja que mira a la cámara. Se trata de una puta vieja que se está quejando. Luego una habitación donde entra una puta morena que comienza a desvestirse y luego entran tres tipos, que le dicen cosas al oído. Ella está desnuda y los tipos van a montarla, ella se resiste aunque termina cediendo. El gangbang se da así: uno por delante, otro por Detrás y otro por la boca. La puta finge un orgasmo. Los tipos se emocionan. Luego la tipa tiene un orgasmo de verdad, que no estaba planeado y aquello fue mejor recibido y tal fue, que la explosión comenzó, la piel y carne de ellos comenzó a caer hasta que quedaron esos esqueletos, tirando. Luego, una calle en la tarde, ya anocheciendo, azotada por la brisa. Una calle de DF. Llueve. Carros estacionados, gente corriendo para no mojarse. Los edificios están iluminados porque las luces de las habitaciones están encendidas. Todo tan cotidiano, tan obvio, tan molesto.

Aparece otra vez la vieja puta, esta vez con una enorme sonrisa, plena de satisfacción (como diciendo: “vieron? Así es como se tira!) una escalera, edificio de ladrillos. Una habitación, se ve la mesa con vasos y un pote de Nescafé, la cocina donde una sartén exhibe el resto del desayuno: huevos revueltos. Aparece en cámara la lluvia, filmada desde la habitación. Luego en el pasillo, hay una mujer tirada en el piso, semi vestida. En la habitación, dos hombres desnudos durmiendo juntos. La habitación está desordenada. La cámara se detiene en el espejo, inicia el acercamiento. Se acaba la cinta, pero no la película.