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lunes, 23 de noviembre de 2015

Una analogía sobre la verdad

La verdad es absoluta, es una sola. Lo que ocurre es que es grande, el ser humano no puede alcanzar a verla totalmente no porque carezca de capacidad, sino porque su ser no es tan grande como para captar todo el horizonte, toda la vista, no es capaz de contemplar enteramente y de una vez la verdad.

Pienso en que la verdad es como la tierra. Ella es, estamos en ella, la tocamos, la sentimos; pero no somos capaces de alcanzar el planeta entero, ni siquiera viendo fuera del espacio. Podemos ver la parte donde existimos y a donde viajamos, pero no todo el planeta.

Sin embargo, aunque sólo conozco una pequeña parte del planeta, sé que es. La tierra es real, sé que las partes que no conozco tienen relación, la misma naturaleza de donde estoy. Hay cosas distintas, pero todo forma parte de la naturaleza multiforme.

Si estoy en Hawaii estoy en el mismo lugar y la misma esencia que sí estuviera en el Mont Blanc. Los lugares son distintos, pero la naturaleza es la misma.

Y así es la verdad: multiforme, variada, sorprendente, grande, se pierde más allá de la vista, reta la imaginación, exige abrazar la incertidumbre, garantiza la plenitud si decides recorrerla.

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